En resumen, en las aplicaciones clínicas de ultrasonidos, se utilizan pulsos de energía que se propagan a través de los tejidos en dirección del movimiento de partículas (ondas longitudinales). La velocidad de propagación varía dependiendo de las propiedades físicas del medio, como la densidad, rigidez y elasticidad. En el organismo, la velocidad de propagación puede considerarse constante para un determinado tejido y no se ve afectada por la frecuencia o longitud de onda del sonido. La figura 1-2 muestra las velocidades de propagación típicas para distintos tejidos, y se asume que la velocidad de propagación del sonido en el organismo es de 1.540 m/s, correspondiendo a la media de las mediciones obtenidas a partir de los tejidos normales. Algunos tejidos como el parénquima pulmonar o la grasa tienen velocidades de propagación significativamente menores, mientras que las de otros, como el hueso, son mayores. Es importante tener en cuenta que una minoría de tejidos normales tienen valores de propagación significativamente diferentes del valor medio calculado, lo que puede generar errores de medición o artefactos en la representación en imagen de dichos tejidos.
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